Las encuestas y sondeos de votos
han fallado estrepitosamente. Hay quien augura la muerte de la demoscopia, porque eso de preguntar a la gente, que además miente si le apetece, es cosa del pasado.
Las grandes empresas toman decisiones sobre productos en base a los comportamientos de sus clientes. López Zafra
en su blog Big Data, anima a seguir ese ejemplo en las predicciones de
voto, y cita el caso de Netflix y Octo Telematics.
Pero claro, mi admirada
Netflix tiene suscriptores, y Octo Telematics, empresa de seguros, los datos de
la pericia de los conductores, que recibe a través de un dispositivo instalado
en sus vehículos.
Cuando tú compras un bien o
servicio es porque lo quieres, lo necesitas o crees que lo necesitas. Si además
los ofertantes o vendedores tienen tus datos de cliente, saben dónde vives,
edad aproximada, información de hábitos de pago con tarjeta, y otras muchas
cosas más que no sabemos, caramba, tienen bastante información para acertar en
lo que deseas o en predecir tu comportamiento. Dejas un rastro, una huella para
analizar
Por tanto, si queremos saber qué
va a votar la gente tendremos que analizar sus datos y la huella ideológica del
mismo.
Pero, ¿qué rastro digital deja el votante? ¿Miramos sus comentarios en
twitter? Lo cierto es que a menudo están exagerados, o actúan con avatares.
Claro que, mirando la IP desde la que se conecta más frecuentemente podemos
saber dónde vive o trabaja, lo que nos da indicios de su poder adquisitivo o
clase social. Mas la vida no es twitter, y la mayoría de la gente no está en
esa red social. ¿Entonces?
También podría darnos pistas comprobar
los periódicos que lee en internet la persona en cuestión. Lo malo es que, si
eres libre pensadora como es mi caso y lees en distintas fuentes, ¿cómo sabemos
la tendencia que le resulta más simpática? ¿A la que más frecuente acude?
Otra cosa que se podría hacer sería
poner chips invisibles a los periódicos del kiosko, disfrazados de
pegatina/cupón, (risas), y ver en qué casa aterriza, porque como se paga en efectivo es
más difícil saber acerca del adquirente, ¿no? (más risas).
¡Ah espera! Los periódicos tienen también
datos de sus suscriptores, por venta de periódicos o por chorra-promociones
variadas, así que podemos intuir la ideología del sujeto. Como el negocio de
los periódicos está de capa caída, seguro que sus dueños aceptarían de buen
grado la venta de esos datos. Es morir o sobrevivir. Y las teles también. Si
ves mucho la Sexta, ya sabemos de qué pie cojeas amigo, ¿eh? Pues la verdad, no siempre es
así.
Hace no mucho oí que unos
inocentes electrodomésticos como tostadoras, llevaban chips con propósitos
similares a la broma del chip/cupón sin que los consumidores lo supieran. No es
conspiranoia, el internet de las cosas está ya aquí y lo venden como la
panacea.
Todo esto es bastante
inquietante, y sin duda el sueño de cualquier poderoso. Un anillo para
gobernarlos a todos y sin que se den cuenta.
El
Leviatán de Hobbes
o el anillo
único de Tolkien, qué más da.
Hay una pequeña luz de esperanza,
creo. Tú compras el bien o servicio porque quieres, lo necesitas o crees que lo
necesitas. Sin embargo, el voto no es un bien o servicio. Muchas veces no votas
lo que quieres. Votas en contra, esto es, para que no salga fulano
o mengano. Es como si compraras, no lo que necesitas, sino algo diferente, el
mal menor, que tampoco es exactamente lo opuesto a lo que deseas. Espero que
esta pequeña operación sea de momento demasiado complicada para ser analizada
en términos de ceros y unos o en modo if/not. Y que no le pregunten al
algoritmo de Google por favor. Algunas veces dan ganas de tirarse al monte para
escapar de los tentáculos que intentan agarrarte, la verdad.